miércoles, 31 de mayo de 2017

Casa de muñecas, gran obra de la literatura universal.

Esta vez voy a hablaros de una gran obra teatral. Obra antigua pero moderna. Moderna por su pensamiento. Por lo que quiere reflejar. Reflejar la situación de muchas personas. De muchas mujeres. De mujeres de hace 100 años, y mujeres de ahora. Una obra con pasión y sentimiento… Sin duda alguna, Casa de muñecas.

Nuestra clase tuvo la suerte de ir a verla representada por unos grandes actores.  Para introduciros un poco, Casa de muñecas describe la situación familiar, en la que se encuentra Nora Helmer, la protagonista, y de la cual intenta salir: un hombre la está buscando para chantajearla por un préstamo que ella pidió en secreto años atrás por curar la enfermedad de su marido, por lo que Nora debe ocultarlo a toda costa a Torvaldo, su marido. Cuando el problema sale a la luz, descubre que su marido, en el fondo, no la considera más que un objeto de su propiedad, teniendo como consecuencia un desenlace inesperado que supone un giro radical de la trama al final de la obra. Y la cual ella decide irse de la casa, dejando atrás todo, hasta sus hijos.
Esta decisión, en 1879, es una gran revolución.  Estoy segura de que su autor, Henrik Ibsen, con esta obra, quería cambiar un poco al mundo, a la sociedad.  Aunque Ibsen negó que su obra fuera feminista, es considerada por muchos críticos como la primera verdadera obra teatral feminista.

Os dejo alguna parte de la obra que lo refleja muy bien:
—¡Este es precisamente el caso! Tú no me has comprendido nunca... Han sido muy injustos conmigo, papá primero, y tú después.
—¿Qué? ¡Nosotros dos!... Pero ¿hay alguien que te haya amado más que nosotros?
—Jamás me amaron. Les parecía agradable estar en adoración delante de mí, ni más ni menos.

—¡Que no... que no has sido feliz!
—No, estaba alegre y nada más. Eras amable conmigo... pero nuestra casa sólo era un salón de recreo. He sido una muñeca grande en tu casa, como fui muñeca en casa de papá. Y nuestros hijos, a su vez, han sido mis muñecas. A mí me hacía gracia verte jugar conmigo, como a los niños les divertía verme jugar con ellos. Esto es lo que ha sido nuestra unión, Torvaldo.

Escucha, Torvaldo: en aquel momento me pareció que había vivido ocho años en esta casa con un extraño, y que había tenido tres hijos con él... ¡Ah! ¡No quiero pensarlo siquiera! Tengo tentación de desgarrarme a mí misma en mil pedazos.


Invito, sin duda alguna, a leer esta gran obra de la literatura universal. Esto es arte, y no debe de pasar de desapercibida por muchos años más que pasen. 

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